¿Qué piensan las adolescentes de hoy respecto a la sexualidad?




La educación sexual en la niñez y adolescencia ha sido un tema de debate constante en la agenda local. ¿Cuándo y cómo deberíamos empezar a hablar con ellas y con ellos de sexualidad, en el amplio sentido de la palabra? ¿Existe un momento adecuado para hacerlo? ¿O debería tratarse de una conversación constante y cotidiana? Las respuestas a estas preguntas, generalmente, han dependido hasta ahora de las creencias valóricas de cada cual. Los más progresistas apuestan a abordar las inquietudes y entregar información lo antes posible, teniendo en cuenta la capacidad de escucha y comprensión de cada niño, niña y adolescente. Los más conservadores, en cambio, se resisten férreamente argumentando que una exposición temprana podría ser perjudicial para el desarrollo infanto-juvenil.

Mientras la discusión –que, por cierto, no suele incorporar la voz de sus protagonistas– sigue en pie y los adultos se siguen poniendo rojos cada vez que intentan hablar de sexualidad con sus hijos, las y los adolescentes están tomando cartas en el asunto; la conversación, al menos entre ellos, se instaura cada vez más abierta y públicamente.

Lo hacen a través de las redes sociales, pero también entre amigos, pares y conocidos. “Que no lo converses con tus padres no significa que no se hable de sexualidad o que no te vayas a enfrentar a ella en algún minuto”, reflexiona Sophia Maduro de 17 años.

En exclusiva para Paula, tuvimos la oportunidad de conversar con cuatro mujeres de entre 17 y 18 años, quienes compartieron su visión sobre cómo se vive la sexualidad en un mundo cada vez más conectado. Nos hablaron sobre lo que les importa (y lo que no), lo que les genera inseguridad y cómo perciben la educación que se les ha inculcado sobre el tema.

“Con mi círculo cercano, desde séptimo u octavo básico, hablamos sin censura, con preguntas específicas y directas sobre la sexualidad; anticonceptivos, experiencias personales e inseguridades al respecto”, dice Trinidad Marambio de 17 años.  Algo similar expresa Catalina Lhuillier, quien tiene la misma edad: “Sirve de apoyo hablar de sexo o anticonceptivos entre amigos. De repente lo hacemos tirando la talla o seriamente, pero nos contamos nuestras experiencias, porque entre nosotros no hay tantos temas tabú”.

Así, los y las jóvenes han dejado atrás la vergüenza que, por años, ha rodeado a la sexo-afectividad y hoy no tienen miedo de conversar y preguntarlo todo. Y es que saben que están en un momento de apertura, donde ya no importa quién les gusta, ni con quién se acuestan, sino cómo se vinculan consigo mismos y los demás de manera segura, crecedora y saludable. “Es muy importante recalcar el consentimiento; recordar que cada vez que vas a hacer algo, tiene que haber un sí explícito y repetirlo constantemente. Si una vez dijiste que sí y la próxima dices que no, listo, se acabó”, enfatiza Sophia Maduro.

Sin embargo, como toda generación, ésta también enfrenta sus propias barreras y entre los temas que aún resultan difíciles de abordar está, por ejemplo, la menstruación, la masturbación femenina y la virginidad. “Ese tema es complejo porque, ¿qué consideramos sexo? ¿El coito, el sexo oral? ¿Cuál es el momento donde se ‘pierde la virginidad’? Y, sobre todo, ¿Por qué importa tanto?”, desarrolla Rosario Santander de 18 años. “Eso sigue estando aun muy determinado por un imaginario impuesto”.

Pero no solo eso, porque además siguen enfrentando las mismas presiones que, históricamente, se han instalado en torno a la apariencia física, aunque esta vez, son influencias exacerbadas por la comparación que se vive a través de las redes sociales. “Hay muchos memes de la forma de los genitales femeninos o masculinos, de que son muy grandes o muy oscuros. Burlas de que no están depilados. Aunque uno trate de ignorar, eso se nos mete en la cabeza. Hay muchas que al final se terminan operando para cambiar la forma de su vulva, siguiendo un modelo en particular. ¿Y para qué? ¿Para ser deseable para el otro? ¿Pero qué es ser deseable?”, dice Trinidad Marambio.

Así se revelan ante los comentarios que otros pueden hacer respecto a su cuerpo, pero también sobre sus decisiones sexoafectivas. “La sexualidad es personal. Y ¿por qué alguien se tiene que meter si es tu vida? Nada que ver que haya otra persona opinando sobre lo que haces y no”, finaliza Sophia Maduro.

Sophia Maduro, Rosario Santander y Catalina Lhuillier son participantes de la Fundación Niñas Valientes, una organización que busca lograr la equidad de género desde la niñez a través de la educación. “Desde Niñas Valientes, creemos que es esencial que las niñas y adolescentes tengan la oportunidad de desarrollarse plenamente en todas las áreas de sus vidas. En este sentido, el acceso a una educación en sexualidad y afectividad se vuelve crucial, ya que les permite fortalecer sus conocimientos y habilidades de manera oportuna. Esto garantiza el ejercicio de sus derechos y promueve una vida libre de violencia”, indican desde la organización.

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